Crónicas desde Nueva York II

Antes de bajarse del taxi, trató de preguntarle al conductor con inglés oxidado dónde estaba la ciudad que había dejado atrás hacía veinte años. El taxista se encogió de hombros indicándole que no le comprendía:
– Forty five dollars, please – contestó aquel hombre de aspecto hindú.
Le dio un billete de cincuenta, se sentía generoso:
– The rest is for you, keep the change.
El taxista sonrió con una especie de mueca, no le debió parecer demasiado lo que le dejó como propina, apenas se apeó del vehículo y sacó sus maletas del maletero, el taxi arrancó presuroso, chirriando sus neumáticos sobre lo poco de asfalto que quedaba en la calzada llena de baches.
Giró sobre sí mismo tomando una gran bocanada de aire mientras contemplaba las luces y las pantallas que iluminaban Times Square, apenas llevaba medio minuto en la ciudad cuando ya se arrepintió de no ir directamente al hotel, volvería al mismo que hacía veinte años, el Park Central Hotel, nueve manzanas al norte en la Séptima entre la entre la 55ª y la 56ª oeste. Cogió su pequeña maleta y la mochila con la cámara fotográfica y comenzó a caminar lentamente en dirección al hotel...

("Crónicas desde Nueva York".... Continuará)
Texto: Alberto Ladero Lorente

No me arrepiento.

No me arrepiento

De escribir cartas sin destino

Canciones sin música

Poemas sin rima

De dar puntadas sin hilo

Correr cuando sólo se puede andar

Hablar sin decir nada

Decir sin hablar

Reír sin carcajadas

Reírme contigo, no de ti

No me arrepiento

De medias verdades llenas de mentiras

Mentiras llenas de verdad

De nada cuando todo fue lo que hice

De volar un día lejos de ti

Buscando un sueño perdido

Una meta cumplida sin final

No te arrepientas

De decir lo que piensas en caliente, en frío

Opinar lo que deseas

Mostrar tus rarezas en esta vida

Llena de personas comunes

No es lo que hay

Para eso nunca estoy

Será lo que tú quieras que sea

No estamos aquí para complacer

Si no para vivir

Sólo una vida

Como para desperdiciarla con egos

Con el esto es así

Con el que dirán

Que digan lo que quieran

Juzguen sin conocerme

Pero yo

Yo no me arrepiento

Tu tampoco lo hagas

No llueve en mi corazón

No llueve en mi corazón
si no diluvia
las nubes cargadas de melancolía
descargan sobre mi ser
buscar y no encontrar
hallar en oscuridad más profunda
un corazón como el mío
olvidado
juzgado
defenestrado por confiar
la sin razón
de una señal que no es tal
un camino a seguir
lleno de barro
charcos que no hacen otra cosa
que reflejar
los pedazos de mi corazón
destrozado en mil pedazos
fui yo quien lo rompió
para que no lo encontrases
guardo cada astilla roja
donde sé que nadie las encontrará