La frase del momento

¿Morir por mis ideales? ¡Jamás! .. Podría estar equivocado. (Mark Twain)

jueves, 27 de marzo de 2014

Dolor

Duele la ausencia
Y la callada presencia
Amar intensamente
Cuando se pierde
El odio y la fingida indiferencia duelen

Duele cuando nacemos
Cuando vivimos
Solo cesa cuando morimos
La vida duele

Duele la despedida
Sin la esperanza del reencuentro
La amarga victoria
y la dulce venganza duelen
 
Duele la ira y la alegría
También puede doler
Duele la verdad
Pero también la mentira
¿Cómo aplacar el dolor?

Duelen los gritos
Y más el silencio
Las miradas clavadas en mis ojos
y ese nudo en la garganta, duelen

Duele la oscuridad
Y la luz que me deslumbra
Los recuerdos y la incertidumbre del futuro
El miedo y la valentía, duelen

Duelen las lagrimas
Que en silencio se deslizan por la mejilla
El silencio de la noche
Cuando no siento tu respiración


Siente mi dolor…

Texto y Fotografías: Alberto L. Lorente

domingo, 23 de marzo de 2014

Gracias Mercedes

Si hace unos meses alguien me hubiese dicho que acabaría siendo la lectura recomendada en un club de Lectores de una escritora, un viernes que podría haber sido como uno de tantos, pero cuya fecha se me quedara grabada a fuego en la memoria (21 de Marzo de 2014), le hubiese dicho a ese alguien: “¿acaso estas jarto de vino?”
el post del pasado viernes.
Cuando ese alguien, amigo común en las redes sociales, me aconsejó que solicitase su amistad, que hablase con ella y le pidiese consejo, no con estas palabras exactas pero le repetí: “sigues jarto de vino, ¿no?”.
Yo, que me encontraba perdido, con un libro de poemas recién publicado y, todo hay que decirlo, muy mal aconsejado por una de estas “editoriales” que te ofrecen publicar en papel a cambio de una, en principio, pequeña suma de dinero que no posees. Eso sí con el apoyo de tres personas a las que siempre estaré agradecido por animarme a publicarlo (dejare las vicisitudes de esta publicación para otro día) y confiar ciegamente en mis posibilidades.
Os contaré que este amigo común me dijo, quizá no exactamente con estas palabras pero si aproximadas (Esto es una dramatización de sus palabras pues no me acuerdo de las exactas):
Yo: -Ya no sé qué hacer para promocionar el libro.
Juan: -¿Conoces a Mercedes Pinto Maldonado?
Yo: -No, no la conozco.
Juan: - Pues deberías. Mándale solicitud de amistad. Habla con ella, pídele consejo, fíjate en lo que hace, en los grupos en los que está…
Yo: - Intentaré seguir tu consejo…

Ni que decir tiene que lo único que hice fue solicitarle amistad, me acerque a ella de puntillas pues uno tiene ese prejuicio de que un escritor es un ser que habita un par de escalones por encima de los demás mortales y cree que los aprendices de serlo sólo somos como abejas revoloteando alrededor de la miel. Afortunadamente pronto me di cuenta de que esto no era así, es más, de ella he aprendido, aunque nunca me lo haya dicho con estas palabras, que nunca hay que dejar de ser aprendiz y que hay que aprender siempre de todo lo que te rodea, tanto personas como situaciones.
Como decía, me acerque de puntillas, seguía sus pasos desde la distancia, leía sus publicaciones en su blog, donde compartía sus experiencias como escritora y no solo como persona que junta palabras para dar forma a una historia, sino también las historias que había detrás de cada publicación, es decir, la trastienda del mundillo editorial, cosa que para un novato como yo ha sido muy importante. Vivencias y experiencias que, en cierto modo, he hecho mías.
Por esos días compré (con esfuerzo, a pesar de su bajo precio) una novela titulada “Maldita” en principio atraído por el título (¿Cuán importante es un título ¿verdad Mercedes?) y recomendado por una amiga (¡gracias amiga mía!) que hacía poco tiempo la había leído y he de reconocer que en un primer intento me quedé en los primeros capítulos dejándola “aparcada” para mejor ocasión. Siempre me he fiado de mi instinto en lo que se refiere a la lectura y si las dos primeras páginas no me enganchan, el resto no lo haría y continué con otras lecturas que también dejaron en evidencia esta especie de instinto (está claro que vamos cambiando) ya que, o me había convertido en un ser muy exigente y raro en lo que a lectura se refería (no lo creo) o este instinto del que presumía se había esfumado y no paraba de equivocarse.
Yo seguía en la sombra, siguiendo sus pasos, acechando en la oscuridad, hasta que un día (aún no existía el club de lectores de Mercedes Pinto) no recuerdo bien donde, surgió el ofrecimiento por parte de Mercedes, de que quien no hubiese leído “La última vuelta del scaife” se pusiese en contacto con ella de forma privada. Para mi sorpresa me encuentro con el enorme regalo que ella me hizo y fue un ejemplar digital del libro, para que pudiese leerlo. De nuevo, Gracias Mercedes, no solo por regalarme el libro, sino porque también me diste la posibilidad de comentarlo, tanto en público como en privado, contigo e incluso ¡estabas preocupada por mi opinión sobre el libro, ¡mi opinión! ¡La de un humilde y desconocido lector!
Llegados a este punto se crea el grupo de lectores de Mercedes Pinto, con Cita Franco (otro día tendré palabras para ti) a la cabeza y al abrigo de una futura presentación en papel de “maldita”. Después de leer “La última vuelta del Scaife” decidí que era el momento de la segunda oportunidad de “maldita”, la cual después de “la última vuelta del scaife” tome con otra perspectiva y deje atrás ese instinto que ya no me servía y me sumergí en una historia que esta vez me cautivó desde la primera palabra, llegando a participar de una manera más activa en el grupo de lectores y en la presentación el pasado 14 de marzo de 2014 en Madrid de la edición en papel, aun desde la distancia y que por mi parte consistió en la publicación de un poema inspirado en la novela, hasta ese punto me cautivó.
Y por eso Mercedes, y por tus palabras del pasado viernes, quiero darte las gracias desde aquí. Pero no solo por eso, que hiciste que me sintiese grande entre los grandes por un día, sino también por ser como eres, por ser tan cercana a tus lectores a los que perdemos la timidez de acercarnos a ti. Por hacerme ver que no hay que dejar de ser aprendiz y gracias por la confianza depositada en mí, porque en estos momentos que nos toca vivir, eso no es fácil, ni darla ni que te la den.


¡¡GRACIAS MERCEDES!!

miércoles, 12 de marzo de 2014

Maldita

Maldita, bendita tú eres
Maldita tú eres para tu misma sangre
Viste la luz ante el odio de un hombre
Sin conocer quién te dio la vida
Maldita, te llaman
Maldita siendo una bendición

Lucía eres por ser la luz del día
que acaba con las largas y negras noches
Que has hecho para merecer esta vida
Un Ángel acudió en tu ayuda
Te dio el conocimiento, los sentimientos
La complicidad, el amor
Compartiendo el aprendizaje de la vida
Maldita, te llaman
Maldita siendo una bendición

Creciste entre la maldad de tu padre
Y la bondad de un Ángel
Las envidias de tu propia sangre
Cuál es tu miedo a salir y explorar el universo
Maldita, te dicen
Maldita siendo una bendición

Nunca abandonaras tus sueños,
Aunque tengas que esperar
Descubriste la melodía de tu existencia
Acunando, acariciando tu viejo violín
Ese que tu Ángel te regaló un día
Maldita, te llaman
Maldita siendo una bendición

El fuego del odio surgió de la noche
Abandonada en tu mundo estabas
Dejando atrás tu identidad
Uniéndote a tu esencia original
Escuchando las notas de tu viejo violín
Tienes las llaves del paraíso

Maldita, te dicen
Maldita siendo una bendición

Maldita, bendita tú eres
¿Maldita tú? Y la sangre que corre por tus venas
Te ofrezco la libertad
Pero tú no deseabas nada
más allá de sus paredes

tan solo que volviese tu Ángel


Texto: Alberto L. Lorente
inspirado en la novela Maldita
de Mercedes Pinto Maldonado


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Nº de registro: VG184-12

Autor de los textos: Alberto L. Lorente